lunes, 17 de agosto de 2009

dias de nara y rosas


Ayer dejamos Kyoto y pasamos la noche en Nara, pero antes de llegar a esta milenaria ciudad, retrocedimos para visitar el famoso castillo de la Garza Blanca o castillo de Himeji-jo, uno de los pocos castillos que se encuentran tal y como fueron concebidos sin que la mano del hormigón le haya hecho mella. Es una construcción declarada patrimonio de la humanidad.
Llegamos a la estación de Himeji con nuestras maletas y, para no tener que ir cargándolas al hombro decidimos utilizar el sistema de consigna de la estación. Es de esos sistemas que todos hemos visto en la peliculas americanas: por entre unos 400 a 600 yenes introduces tu maleta en un armarito metálico, recoges tu llave y hasta la vuelta (solamente decir que si a las 24 horas no has vuelto, adiós maleta).
Salimos de la estación y a lo lejos, alzándose como una garza, está el castillo. Es un conjunto de laberínticas murallas diseñadas para resistir los ataques y, en el centro, una torre del homenaje de cinco pisos de altura construida en piedra y adobe, encalada en blanco (de ahí el nombre). Después de un par de horitas de recorrido, visitamos un bonito jardín realizado con motivo de la recién adquirida municipalidad en 1992 con diferentes tipos de jardines según los que se estilaban en cada una de las nueve épocas históricas diferentes del país.
Ya es mediodia y regresamos a la estación para ir dirección a Nara y antes decidimos llenar nuestros estómagos en el submundo inferior de la estación de tren. Y encontramos un sitio regentado, como no, por abuelitas amables que te invitan a entrar, que sirven un mundo de menús que tienen como base sopa de miso, pescado con soja caramelizada y arroz. Elegimos el más básico y una Kirin (cerveza) para compartir. Ni fu ni fa, pero lo peor el SABLAZO NOS HAN PEGADO, joder con las abuelitas. Pensamos que, a diferencia de las mega estaciones de metro, en cuyo submundo se come bien y barato, en las de tren nooooo.
Llegamos a Nara y localizamos el hotel que habíamos reservado por internet un par de días antes, el Lohas Super Hotel. Tiene todas las comodidades de un hotel occidental, es más barato que un ryokan y, lo mejor, tiene un osen cerrado u ofuro de agua termal. El hotel lo llama "hot spring water".

Aprovechamos la tarde para dar un paseo por la ciudad y realizar alguna compra, la visita a los lugares de interés la dejamos para el día siguiente. Cenamos en un local en el que te traen como una barbacoa portátil pequeñita, te la ponen en la mesa y tú mismo te cocinas los alimentos. Pedimos ternera de Kobe (esa a la que le dan cerveza y masajes) que está realmente deliciosa y verduras; el precio, mejor que al mediodía. De vuelta al hotel, un baño en el ofuro de aguas termales, como marca el ritual japonés: hombres y mujeres separados, comenzando por una buena ducha sentados en unos taburetes de cara a un espejo, siguiendo por el relax en las piletas de agua caliente y agua templada (en este caso, tratada con aceite de oliva marca española) y finalizando con una nueva ducha en el taburete y acompañados por los locales dándose tambien un baño. La pena es que no dejen hacer fotos.

P.D. no os habíamos dicho que durante nuestra visita al castillo de Himeji hemos conocido en vivo y en directo a ese que todos reconocéis de las aventuras de humor amarillo "El Chino Kudeiro". Como prueba de ello, la foto que tuvo a bien de hacerse con Ana.

2 comentarios:

  1. ¡Joder! el chino Kudeiro. Al lado de Ana se adivina que es chiquitito, !pero matón¡

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  2. Hombre....si de la familia de los Atapuercas, como no!!.
    Como vea a una abuela con ojos rasgados le meto una....ya me estás haciendo que les coja mania yo y todo..

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