viernes, 21 de agosto de 2009

De Nara a Tokyo


Konichiwa,

Llevamos un poco atrasado nuestro diario de viaje. Lo cierto es que, con este ritmo que llevamos, de poco dormir y no parar, se hace dura la empresa de reflejar el día a día aquí, aunque sea con cuatro letras.
Bueno, sacaremos fuerza de flaqueza y, en vez de dormir, escribiremos cuatro líneas mientras viajamos en tren bala de vuelta a Tokyo tras la excursión de hoy.

Lunes 17: nos levantamos después de un plácido y acogedor descanso y, una vez finalizadas las tareas matinales, empezamos la exploración de esta pequeña ciudad, es decir, más bien del parque que se sitúa al norte de la ciudad, que contiene la mayor parte de los monumentos que vamos a visitar, entre los que destaca el gran buda y sus colosales guardianes.

A diferencia de otros sitios que hemos visitado, sólo se ha de pagar en dos de los templos que visitaremos, en el Daibutsu-den, que es el edificio de madera más grande del mundo y que guarda en su interior uno de los budas de bronce más grandes del mundo (aquí todo es grande, jajajaja) y en otro templo que no es tan grande, pero dentro del que se guardan casi todos los farolillos del mundo y parte del extranjero, o al menos eso nos parece a nosotros: todos los caminos, todos los templetes y edificios de este complejo religioso están rodeados de farolillos de todo tipo: de madera, de metal, de piedra... Nos imaginamos cómo será el día de la fiesta grande en esta ciudad. Seguro que si los extraterrestres miran a la tierra ese día, confundirán a Nara con una estación de aterrizaje-despegue de sus naves... ¡Qué fricada se nos acaba de ocurrir! (y es que Tokyio está haciendo de las suyas en nuestras mentes, jejeje).

Pero no avancemos acontecimientos, que seguimos en Nara. En fin, Nara nos ha parecido una ciudad digna de visitar, por el día y por la noche, tanto por nuestra experiencia en el hotelazo, como por la comida(nuestro primer shusi del pais), buena, bonita y barata, como por los monumentos que se conservan en ella.

Finalizamos Nara y como alma que lleva el diablo nos dirigimos a Tokyo, la capital , la ciudad, la urbe, la mega urbe.

El tren finaliza su trayecto en la estación central de la ciudad, bajamos de él y somos como dos aliens abandonados a su suerte en medio de una marea humana y sin saber dónde ir.

Una vez repuestos del primer impacto, localizamos cómo ir al hotel. La verdad es que, tras o detrás o después de toda la información en japonés, aparece la información en inglés y entonces las cosas se vuelven un poco más sencillas.

Tras la primera impresión de esa super ciudad, cenamos algo cerquita del hotel y nos vamos a dormir, que aunque no es muy tarde, esta parte de la ciudad está bastante más tranquila que la estación central. Mañana promete ser muy intenso.

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