martes, 1 de septiembre de 2009

Vuelta a casa


Good bye Japan

Ahora sí es nuestro último día, nuestras últimas horas en esta tierra de tradiciones, otakus, freeaks, tecnología, fuego y agua, la tierra del dragón.
Son la 5am, suena el despertador, las maletas preparadas el día anterior, una ducha rápida y en marcha hacia la estación del tren que nos llevará al aeropuerto. Vemos por última vez cómo despierta en su día a día este pueblo.
Llegamos al New Chitose Airport de Sapporo y en menos de cuatro minutos nos plantamos frente del mostrador nº 24 de la JAL (menos mal que el día anterior habíamos estudiado la ruta de salida), revisión de maletas y recogida de billetes, de los tres billetes. Le comentamos a la agradable señorita que si por favor nos podría dar la primera fila de la clase que nos toca, "la económica", cuando ella nos dice con una sonrisa esas palabras que nadie quiere escuchar: "overbooking". Nuestros rostros sufren una transformación hacia el blanco pálido extremo, cuando acto seguido nos dice, “tranquilos, os he puesto en una clase superior”, la sangre vuelve a fluir y nuestras mejillas retornan a su color habitual.
Paso del control del primer vuelo sin problemas. Como es un vuelo doméstico a Tokio nos damos cuenta de que permiten pasar bebidas a la zona de embarque, pero primero las botellas son introducidas por el personal de seguridad en una máquina que suponemos analiza su contenido averiguando lo que es (podrían aprender los demás).
Llegamos al aeropuerto de Narita, en Tokio, y hacemos la siguiente cola de control para acceder a la zona internacional. Cuando pasamos nuestro equipaje de mano por el escáner nos lo paran y después de varios pases, de abrir el equipaje y demás, localizamos una pequeña espada samurai que se nos ha colado con el resto de compras y regalos: caras de póquer y tierra trágame. Amablemente nos la requisan y seguimos nuestro camino; eso sí, después de que el policía de turno mire y remire, consulte y compruebe el pasaporte de Juanjo (será que soy el malhechor más buscado al oeste igualadino…).
Las 12h30min de vuelo que nos esperan se hacen muy llevaderas gracias a que en esta clase superior se va como en la gloria, pudiendo estirar las piernas, a un mejor menú (por fin un vinito) y a todas las tecnologías complementarias y amenizadoras (juegos, vídeo y música a la carta).
Llegamos a Amsterdan a la hora prevista y en un par de horas cambio de avión… y tanto que cambio: pasamos de ir en un ferrari a ir en un seiscientos… ¡qué le haremos!
Llegamos a las 22:00 hora local, recogemos las maletas (sin problemas esta vez), metro y para casa.
Se acabó.

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